Entrevista al militante de la CNT Arturo Parera Rodríguez (1915-2007)

Necrológica publicada en Solidaridad Obrera (nº 331, 22/07/2007)

    La entrevista a Arturo Parera Rodríguez (1915-2007) reproducida a continuación fue realizada el 14 de diciembre de 2002 para un trabajo de estudios. Arturo contaba en aquellas fechas con 87 años de edad. Decido reproducirla en este blog dada la importancia que puede tener su punto de vista para aquellos interesados en la historia de las organizaciones libertarias durante la II República y el franquismo. Se puede consultar una breve biografía en este enlace.


    Aunque partía de unas preguntas preestablecidas, la locuacidad del entrevistado hizo que prácticamente se convirtiera en una conferencia sobre su vida y obra explicando aspectos muy interesantes sobre la cultura libertaria, la organización de la CNT en los años 1930, su actuación en la guerra civil y su testimonio de la lucha clandestina contra la dictadura franquista:

    Bueno, mi nombre es Arturo Parera, tengo 87 años; cuando la guerra civil empezó yo comencé en el frente de Aragón con 21 años después de estar ya un poco bronceado con intentos revolucionarios durante el 32, 33, 34 y 35, y después de haber pasado por un periodo cultural en los Ateneos Libertarios, desarrollando una cultura de emancipación y libertad muy tremenda que también causaba pánico a la Iglesia, porque estábamos defendiendo una cultura. Una cultura que en realidad ponía a la juventud en dudas, y cuando no en dudas, la ponía frente a las exigencias de la Iglesia. Y ganábamos más y más juventud, lo cual causaba pánico, porque cuando hablábamos de la libertad de la moral, decíamos que todo esto depende de la filosofía, del sentimiento, del desarrollo cultural de la propia persona, y no de las exigencias que la Iglesia impone. Y cuando el joven llega a la sexualidad debe preguntarse con la realidad de esa necesidad, sin escuchar a la sociedad ni a la Iglesia, que le exige, tanto si es pecado como si es inmoral; él ha de preguntarle a su cuerpo, preguntarle a su razón, hacer su filosofía, construir su cultura, y vivir la sexualidad según él ha descubierto que debe poderla vivir. Y esto la juventud lo apreciaba, porque como se encontraba en aquel tiempo, mil veces peor que como os encontráis vosotros hoy, mucho más perseguidos en lo que se refiere a la libertad de pensar y de vivir, entonces encontraban en nosotros una aventura que no la habían encontrado en ningún partido, en ninguna cultura, y cuando venía a un Ateneo Libertario y veía la juventud que verdaderamente había una fraternidad, y un desarrollo de libertad y cultural, era otra moral que nacía. Y esto se iba popularizando para decirte que quizás, al llegar al 36, podíamos contar en Cataluña, que era la cabeza de España en este sentido, con casi un 40% de la juventud catalana, que es mucho.

    Estamos en la cultura libertaria, estábamos desarrollando que es lo que nos llevó a la guerra, como lo iba haciendo, porque verdaderamente la Iglesia se encontraba bloqueada frente a infinidad de jóvenes que le daban la espalda y que decíamos “ya está bien, dejad que la juventud viva su juventud, y que la juventud se forme por su propia cultura, y dejad el totalitarismo de si es pecado o si es inmoral, dejad que la sexualidad se desarrolle, por el conocimiento propio de los interesados”. Y esto causaba pánico y al mismo tiempo simpatía, y todo ello era una prueba de la gran cantidad de jóvenes que daba vida a ese movimiento, una prueba que nadie más puede darla, ni la ha dado nunca más.

    Cada semana se dictaba la novela ideal, de 30 páginas, digo cada semana, durante todo el año, con 800 a 1000 ejemplares que se vendían cada semana, y cada semana una novela nueva, ¡cuidado!, más cada mes una novela más, que se llamaba la novela libre: 60 páginas. Y cada mes novela dictada nueva. Durante un año, dos, tres, cuatro, cinco. ¿qué movimiento cultural en la actualidad es capaz de dar vida entre la juventud a una novela dirigida a la juventud, y que se venda y se liquide cada semana, que dé sus beneficios, y que viva año tras año? Pues esto es la prueba de lo que te estoy diciendo, que estábamos bien en un 40% de juventud. Los Ateneos Libertarios se llenaban de juventud, y ahí se decía viva a la libertad, viva al conocimiento propio, no al conocimiento colectivo ni al que la sociedad impone, sino al conocimiento propio, que a cada individuo le decíamos que tiene que descubrir su nueva manera de vivir, siempre que todas las maneras que descubra estén perfectamente bien adaptadas a lo que él es. ¿Quién es él? Pues un animal racional, tiene que adaptarse a su racionalidad y a su humanidad, y mientras no se escape de estos dos valores magníficos, mientras no se escape, la libertad es formidable. Y esto iba causando pánico, porque es una verdad tan imponente que hoy mismo, también, si verdaderamente hubiera gente para desarrollarla, pero que no la hay, también muchos jóvenes buscarían esta gran verdad de ser ellos, y que no sea la sociedad quien le diga cómo ha de vivir su sexualidad, como ha de vivir la pareja, como ha de vivir su libertad, como ha de comprender la... ¡Pero hombre, señor mío, no somos autómatas, ni robots! Entonces, cuando hay algo, una sala, una organización que te descubre esta verdad y que te dice tu eres tú, eres un hombre racional y humano, sírvete de tu humanidad, sírvete de tu inteligencia de ser racional, y descubre maneras de vivir más humanas, más racionales, más sanas, más naturales, es un descubrimiento, y en aquel entonces se desarrollaba perfectamente bien.

    En aquel entonces, que una mujer no podía remangarse ni enseñar un brazo, nosotros, mes tras mes habíamos conseguido de ir a la playa y bañarnos desnudos, exigiendo el nudismo como necesidad natural para vivir en contacto con la naturaleza, que demos a comprender que el nudismo no era ni un pecado ni una inmoralidad, que la inmoralidad podía venir con lo que hicieses con tu desnudo, porque el desnudo es bueno y necesario según donde te encuentras. Y los campos de desnudismo comenzaron a estar perseguidos, y hubo persecuciones, y costo mucho hasta que el Estado tuvo que aceptar por la fuerza el primer campo de desnudismo en Barcelona, que se estableció detrás de la montaña de Tibidabo, con una revista que se llamaba Pentalfa, de la cual aún quedan ejemplares por aquí, y esta revista se vendía en los kioscos, con un hombre y una mujer, totalmente desnudos tomando el sol. Eso lo habíamos conseguido nosotros, los anarquistas hasta el año 36; y esto más la gran labor revolucionaria que hacia el anarco-sindicalismo, que esto es otro apartado.

    Del lado social, tenemos los sindicatos anarquistas, y del lado cultural, los Ateneos Libertarios. De momento tenemos dos enfoques: la cultura, que estaba dando ese empujón, contra la cultura impuesta, del sistema político, pues era ya un arma, un arma tremenda, y más: un arma tremenda desde el momento en que ganabas, si perdieras e hicieses reír a la gente, dejaba de ser un arma; pero como la gente simpatizaba y además eran verdades como soles, verdades que aun tienes en el momento que estamos viviendo, eran una verdad positiva.

    Por un lado este lado cultural; por otro lado, el lado social de la CNT, que era mayoritaria y tenía un poder social tremendo. Por ejemplo, yo te voy a decir que la plaza de toros Monumental era pequeña para meter la gente, se tenían que poner altavoces alrededor de la plaza de toros para recibir al mundo que venía. Una organización sola, la CNT, llenaba esa plaza de toros. Bueno, el potencial era tremendo y quizás el error de la CNT, porque hay que conocer todo, tuvo sus errores, el error era creer más de lo que había. O sea, que con nuestra fuerza podíamos llegar a implantar el comunismo libertario en España: eso fue un error. Primeramente, porque el comunismo libertario es un estilo de sociedad que vive del valor de la mentalidad colectiva de un pueblo. No vive de las armas, de las cárceles, de las represiones, no, de ninguna política; vive del valor, del desarrollo, de la riqueza que se desarrolla en la mentalidad colectiva y mientras esa mentalidad colectiva sea la mentalidad que ha creado el capital, el comunismo libertario pasaría a ser lo que fue el comunismo de Rusia: una dictadura. Y los hombres, con que el Estado es como una droga, se drogarían de Estado y del comunismo libertario no quedaría ni la sombra, como no quedó ni una sombra del comunismo de Carlos Marx.

    En fin, ese fue el error de la CNT. En el año 33, intentamos hacer una Revolución social para implantar el comunismo libertario, hubo un montón de muertos y se llenaron las cárceles; y bien entendido, tú no puedes nunca con escopetas y con pistolas viejas vencer a un ejército; y es la realidad, fue un error. Un error que quizás fue motivado por la ilusión, por la motivación que se vivía y, en fin, era una fuerza revolucionaria que a veces te hacia ver más de lo que era; y se llegó a creer en eso, pero luego (porque el proceso de la vida permite a los pensadores, a los que piensan, a los que pensamos, reflexionar, pensar…) reconoces lo que estoy reconociendo: que verdaderamente, aunque hubiésemos tenido una fuerza militar y los militares se hubiesen puesto a nuestro favor, la realidad de lo que es una organización libertaria social no hubiera podido existir, se hubiera transformado en una dictadura. Porque repito: lo que cuenta para una buena sociedad es la mentalidad de un pueblo y, si un pueblo, si la mentalidad de un pueblo es de imbéciles, de simplistas, de egoístas, en fin, lo que estás viendo a diario, ¿cómo puedes hacer una sociedad generosa, solidaria...? Imposible. Es como si yo te digiera que me hicieras un buen mueble con una madera podrida o quemada: es lo mismo, exactamente igual, con ese material no se podía ir a la sociedad que nosotros defendíamos y ese fue el error revolucionario de la CNT, en la historia de la CNT.

    El resto, pues se ganaron ventajas tremendas; y la gran ventaja de ese momento que era chistosa, pero al mismo tiempo muy importante, es que se fundó un sindicato de inquilinos y de mujeres del servicio doméstico. Y te voy a decir, fuera de lo que fue lo de los inquilinos, que era defender a los que echaban fuera porque no podían pagar el alquiler, que sería muy largo de explicar, pero te voy a explicar lo de las muchachas del servicio doméstico, que era lo que se decía en aquel momento las criadas. Pues entonces se dio el caso de que cuando se hizo aquella propaganda hubo algunas muchachitas que vinieron al sindicato a informarse y entonces se les decía: “bueno, pues tú te apuntas al sindicato, y las mejoras de sindicato son esto y esto: ocho horas de trabajo, un día de fiesta, etc.”, y decía, “pero si mi patrón me hace trabajar hasta las doce de la noche, ¿que he de hacer?”, “pues nada, te apuntas al sindicato, coges tu carnet, pagas, nos dices donde trabajas, quien es tu patrón y nosotros nos ocupamos de que estas mejoras, que están reconocidas por la CNT, sean reconocidas por tu patrón”. “Me tirará a la calle”. “No, no te tirará a la calle, que nosotros nos ocupamos de que no lo haga.” ¿Y sabes lo que se hacía entonces? Pues iba una comisión, que cada sindicato tenía su comisión de mujeres del servicio doméstico, iba a ver a ese patrón, “señor, usted tiene la obrera tal...”, “sí”, “esta señora pertenece a la CNT y nosotros tenemos este programa de mejoras aprobado”. El hombre se quedaba atónito, porque pensaba ¿esa imbécil como ha ido ahí, si es una pobre criatura? Pues mira, había ido ahí. ¿Y qué sucedía? Que aquel hombre tenía que ceder porque a la CNT le tenía un gran respeto y al mismo tiempo un gran miedo. El hombre aceptaba, firmaba, y ya está. Entonces esa se lo decía a otras amigas, en plaza Cataluña donde se reunían las muchachas, y la CNT iba creciendo a través del boca a boca.

    Para hacerte una idea del desarrollo social que la CNT estaba teniendo en aquel entonces. Entre ese desarrollo social y revolucionario, y el desarrollo de los ateneos libertarios que ganaba y ganaba juventud, que cuando veían a un cura, yo recuerdo más de una vez en la calle los chavales que salían del Ateneo, le increpaban y el cura se ponía hecho una fiera. En estos dos aspectos, social y cultural, el gran salto que se estaba haciendo daba miedo y ahí viene la necesidad que hay que barrer todo eso y hacer una España nueva. Si nosotros no hubiésemos existido, los anarquistas, o no hubiéramos tenido más de lo que tenemos hoy, la guerra civil no hubiera existido porque ¿quién la quería? A los socialistas ya ves donde los han metido. La guerra civil ha existido, y se tenga bien en cuenta, porque España, o una parte de España y, sobre todo, una parte de la juventud española, iba evolucionando, iba progresando, hacia un sistema de vida que contradecía los intereses del gran capital y, particularmente, los intereses de la Iglesia. Y se estaba llegando a una extremidad, entre intentos revolucionarios, entre huelgas, desnudismo por aquí...y esto no se podía borrar de ninguna otra manera que como se ha borrado siempre: con el poder de las armas, el poder del ejército.

    Llega el 18 de julio del 36: la sublevación militar. Estas fuerzas, libertarias como confederales, pues sabéis el desarrollo que tuvo sobretodo en Cataluña: la CNT fue la primera fuerza militar que supo vencer a los militares, luego llegó el problema, cuando vencimos a los militares; estábamos enloquecidos de comunismo libertario y ahí viene otro pequeño error, pero que no se cometió de momento, que nos preguntamos, somos los más fuertes, hemos ganado, y cuando Companys, nos convoca y nos dice: “¿La CNT que posición, comunismo libertario o milicias y Generalitat de Cataluña?” Entonces nosotros dijimos (bueno pues, la mayoría): EL COMUNISMO LIBERTARIO ES IMPOSIBLE. Porque si nosotros queremos implantar el comunismo libertario lo podemos implantar porque tenemos una fuerza militar, pero tendremos que llenar las cárceles. Y entonces yo recuerdo que la misma Federica aceptó la posición de Santillán en la que dijo que provisionalmente, y de momento, hay que ingresar en las milicias y en la Generalitat de Cataluña. Y la Federica dijo que perfectamente que si nosotros implantábamos el comunismo libertario seria basándonos en una dictadura, y en esa dictadura la primera víctima seria el anarquismo.

    Entonces se entró en la Generalitat. Porque primero se dio un paso, luego otro, luego se entró en el gobierno de la República y luego de otro paso cogimos todo el orden público de Cataluña. Porque el orden público de Cataluña era nuestro, estaba de jefe de orden público en Vía Layetana. Cogimos también la dirección de las cárceles y, los anarquistas, por primera vez en la historia fuimos carceleros, y fuimos ministros, y fuimos guardias, y fuimos de todo.

    Muchos hoy me dicen: “pero hombre, si vosotros condenáis la política, condenáis el estado y también habéis sido estado”. Bueno, pues fue así: las realidades vencieron a las teorías, las teorías tuvieron que rendirse a las realidades, y la realidad que nos imponía aquel acontecimiento era que había un ejército poderosísimo que nos iba a llevar a todos, políticos y no políticos, a donde nos llevó, pero que amenazaba con llevarse a toda España. Y entonces dijimos (muchos, no todos, pero una mayoría de anarquistas) que no podíamos ser nosotros la pérdida de la guerra y al mismo tiempo asesinar la República, porque vamos a asesinar la República y al mismo tiempo le vamos a dar a Franco la posibilidad de que ganase la guerra; y eso es lo que nos hizo a nosotros, la razón que nos hizo, de entrar en la Generalitat y de empezar la guerra de una forma colectiva, sin imponer nuestra manera; y de ahí vino la necesidad, porque un paso llevaba a otro paso, y teníamos que ver de qué manera ganábamos terreno luchando codo con codo con todos los luchadores republicanos.

    Y así marchamos al frente de Aragón. Y en el frente de Aragón marchamos cantando la victoria, llenos de ilusión, llenos de emoción, porque íbamos dirección a conquistar Zaragoza; y de Zaragoza, con el mismo canto, marcharon a conquistar Barcelona y nosotros, cantando la revolución, en camiones y en trenes, hasta que nos encontramos. Nosotros llegamos hasta Sástago y ellos llegaron también, pues el primer fracaso que tuvimos y el primer combate fue en Pinar de Ebro. Durruti allí tuvo un fracaso tremendo y yo recordaré muchas cosas: nos encontramos con un ejército que sabía luchar en las trincheras y nosotros éramos un ejército que no sabía luchar más que en las barricadas, las cosas como son. Entonces nosotros, como éramos gente de barricada y ellos eran gente de trinchera y bien disciplinada, nos dieron un bofetón, perdimos gente y tuvimos que retirarnos; y al llegar a Sástago, ahí ya viene que un desanimo, una confusión, que se metía que hacemos. Y recuerdo que Durruti dijo: “lo que tenemos que hacer es no perder la dignidad”. Zaragoza no la podemos coger que hay un ejército potente, el comunismo libertario no se puede implantar, eso era imposible, y tal como queríamos proclamar las colectividades de todo Aragón. Y Durruti dijo “no podemos, pero hay que hacerlo, porque sería perder la dignidad; que le voy a decir a toda esta gente, brava gente, valiente que viene a luchar, que me he equivocado, que no se puede implantar ni colectividades ni tal, nos vamos a quedar solos aquí. No, no se puede, la dignidad no se puede perder, hay que hacer...haciendo la retaguardia y la vanguardia, la revolución y la guerra, hay que continuar con ello”. Y verdaderamente fue un acierto porque era lo único que se podía hacer, pero bien entendido. Ahora nos dicen “vosotros, con el trabajo que había, y vosotros en los frentes perdiendo el tiempo, en organizar colectividades”. Sí, pero es que salimos con esta idea, y esta idea está desde primeros de siglo; es que es una revolución que se ha comenzado hace 30 o 40 años y ahora nos encontramos con una realidad que nos hunde esa teoría ¿Cómo digerir esa realidad? Ese fue el lado peor que encontramos los anarquistas en el frente de Aragón: no saber cómo digerir esa tremenda realidad que nos obligaba a enterrar las teorías. Entonces dijo algo que el mismo Camacho que ha escrito la historia de Durruti lo ha negado y mucha otra gente igual. Yo lo he oído y nadie me lo puede negar. Dijo: “Habrá que renunciar a todo menos a la victoria”, y esto es verdad. Lo dijo y tras él lo dijo un montón de gente y algunos dicen que es mentira y no es mentira. Porque eso lo pensé yo y lo pensamos todos: si no renunciamos a nuestra pretensión revolucionaria, que ya pasaba a ser una pretensión revolucionaria, si no renunciamos a eso vamos a reventar la guerra y vamos a ser responsables del fracaso. Y eso sería una vergüenza para los de mañana.

    Y esa teoría ganó, sin dejar de hacer la revolución, y la revolución que era, las colectividades...Se nombraron comisiones de información y propaganda para organizar la retaguardia, yo fui secretario de una de esas comisiones en Sástago. Éramos nosotros los que teníamos que hablar, que convencer, que el producto que se iba a trabajar en los campos ya no era producto de la riqueza de un patrón sino producto colectivo de todo el pueblo. Y esto fue bien acogido, contra lo que muchos dicen, fue bien acogido, fuimos mayoritarios. Porque yo recuerdo las grandes asambleas, inmensas, que había 250 y 300 campesinos y que les decía yo: “mirad, aquí hay un problema, en España, y el problema de España no son los anarquistas, son los militares y la Iglesia, que se ha sublevado y que están dispuestos a arrasarnos a todos y nosotros tenemos que defendernos y el arma fundamental para defender la guerra es la economía; y la mejor economía que se puede hacer es reunir todos los esfuerzos para que esta tierra trabaje colectivamente a favor de la guerra”. Esa es la teoría que desarrollamos en Aragón, y la mayoría de campesinos comprendieron se desarrolló muy bien, porque el intercambio de las mercancías de campos con otros campos iba maravillosamente bien y eso no perjudicó a la guerra como muchos dicen, sino que la benefició porque pueblos que les faltaba trigo, tenían trigo; y les sobraban patatas a los que les faltaban patatas, y teníamos un consejo de Aragón en el que teníamos una serie de compañeros de capacidades, de inteligencias, que era como un gobierno; un estilo de Estado, si quieres, había ministerio de economía, ministerio de justicia, y esto tenía una organización fenomenal en el sentido de saber poner donde faltaba una cosa y quitarla donde sobraba la otra, y al mismo tiempo un desarrollo propagandístico, de estas pequeñas comisiones, que eran las que llevaban la organización de la colectividad en sus respectivos pueblos, y esto marchó divinamente bien, pero claro, esto molestaba a los republicanos y molestó a los comunistas, porque cuando Rusia quiso coger la primera...Rusia intervino, e intervino dando a los comunistas lo que nunca tuvieron: una fuerza suplementaria.

    Entonces los comunistas decidieron que verdaderamente había que coger la cabeza del movimiento, y la cabeza de la República, esa cabeza hasta principios del 37 era la CNT; a partir del 37 ya comenzaron a ponerse las cosas un poco feas, pero hasta ese momento éramos nosotros. Por parte de Rusia se dijo que esto hay que liquidarlo y vinieron a liquidar nuestras colectividades; y para vergüenza de lo que hoy son los comunistas, que algunos ya lo reconocen, pues mataron y fusilaron a muchos cenetistas, destruyeron las colectividades e hicieron votar una ley a Negrín en Madrid que les permitía barrer todo eso; y ahí vino lo que podríamos decir el primer fracaso en las líneas republicanas a favor de Franco. Porque no hay un arma más poderosa para el enemigo que tu propia división; y ahí empezó la división, y todos conocéis el primero de mayo del 37, esto es la continuación de lo que te estoy diciendo: de cargarse colectividades, de cargarse el POUM, como se lo intentaron cargar y se lo cargaron; no se cargaron la CNT porque no se la pudieron cargar, porque la Telefónica, como muchos dicen que la conquistaron, no la conquistaron, la CNT no perdió la Telefónica: la conservó y no sabemos cómo hubiese acabado si no hubieran bajado García Oliver y Federica Montseny juntos y no hubieran pedido un alto el fuego, y esto ya está bien, en el Comité Regional, aquí no ha ganado nadie, un alto el fuego a favor de la República. La CNT hizo ese llamamiento por radio y se aceptó, y los comunistas lo tuvieron que aceptar. Algunos sectores no lo aceptaron, pero como mayoritariamente ganó el alto...Nosotros en Sástago estábamos preparados para bajar a Barcelona y había columnas preparadas para bajar a Barcelona.

    Como en Barcelona no se pudo se continuaron destruyendo colectividades, hasta que barrieron todo el sistema colectivo de Aragón, y cuando habían barrido el sistema colectivo de Aragón vino la necesidad de quitar Durruti del frente. Y ahí fue otro engaño en el que cayó perfectamente bien la Federica al aceptarlo; porque Prieto propuso que el frente de Aragón peligraba y que se necesitaban gentes, celebridades, que pudieran levantar la moral en Madrid y propusieron que la columna Durruti fuese a Madrid. Entonces Prieto habló con García Oliver y Oliver lo propuso a la Regional catalana: que Durruti en Madrid, no por la fuerza de su columna sino por su prestigio pues puede dar mucha moral en Madrid. Y nosotros, cuando llegó la noticia en Aragón, pues no la aceptamos; de que eso era una barbaridad, que por qué, si aquí hay un frente también a defender… Pero Durruti dijo que si era un acuerdo de la organización nosotros no podemos negarnos y Durruti cedió. Y Durruti se marchó con su columna a Madrid, a morir a Madrid. Porque en Madrid lo que le esperaba era una bala perdida que no sabía dónde la iba a encontrar, pero la encontró; y esa bala perdida aún no tiene nombre. Pero esa bala perdida le estaba esperando. Tuvo dos o tres ataques en la casa de campo, agotó una mayoría de su columna, muertos, pedía relevo y no le daban relevo, un tremendo error fue eso.

    Y cada vez la guerra civil iba perdiendo más de su potencial porque Alemania e Italia estaban dispuestas a barrer eso. La aviación italiana tenía un potencial tremendo, ¿Quién iba a resistir? La resistencia y la bravura de los republicanos (ya digo de los republicanos, de todos, porque hay que saber luchar contra una fuerza superior y no perder la moral cuando ves que la fuerza es superior), sino ahí está ya durante la retirada la batalla del Ebro. Imagínate tú, con un potencial tan tremendo, como eran ellos, las veces que se cruzó el Ebro y se ganó y se volvió a perder; la gente que murió, esa gente merece tener...hoy en día tendrían que hacer un reconocimiento colectivo tremendo. Eran hombres valientes, con una bravura y con una ideología tremenda, que nos impulsaba al valor que demostraban. Y sin embargo hoy no se habla de eso.

    Ganaron la batalla del Ebro, y luego ganaron Barcelona, y la guerra se fue desarrollando a favor de Alemania. No a favor de Franco: la guerra la ganaron Alemania e Italia. Así llegamos al final de la guerra, pero lo principal de la cuestión republicana ha sido el frente de Aragón y luego sin olvidar las colectividades en Cataluña. En Barcelona se colectivizaron todos los transportes: eran de la CNT. Y te voy a contar un gracioso chiste que salió en la Vanguardia, en el que un payés, estando en Barcelona le pregunta a un hombre que qué significaban las letras CNT que aparecían en todas las paradas de Tranvía. Y este le responde: Central Nacional de Tranvías.

(...)

    Luego entramos en la clandestinidad. Tal como vine del Frente, con mucha valentía o con mucha torpeza porque me podría haber costado la vida, vine a conquistar la mujer que yo quería y la capital que yo quería, mis dos mujeres. Porque Barcelona siempre ha sido para mí todo: me crie en ella y verdaderamente la siento a faltar siempre que estoy fuera. Bueno, pues ahí empecé a coger contacto con compañeros y empezamos a fabricar la idea de organizar algo, de organizar una resistencia, de organizar los sindicatos; y claro, lo que yo hacía por un lado otros lo hacían por otro. Yo estuve cinco o seis meses (como yo todos), yo me tuve que ir a esconder al pueblo de mi compañera que es gallega, de la provincia de Lugo. En ese pueblecito estaban los padres de ella. Ella me dijo que podíamos irnos con sus padres que tienen una buena posición, están bastante bien, están muy bien vistos, ¿y que ideas tienen tus padres? La idea de la Iglesia, pero no son malos. Decidimos que yo me quedaría aquí con unos amigos, y ella iba primero y luego me diría si podía venir. Ella habló con sus padres y poco después fui yo. Lo primero que nos pidieron era si estábamos casados. La cosa comenzó a ponerse un poco fea porque de ahí ya vino el cura; y el cura decía que no podía permitir que en su parroquia durmiesen dos personas sin estar casados. Ya ves, él me tenía que autorizar si me podía joder a mi mujer. Es que es tremendo, pero era así, que le era imposible y que siendo de una buena familia el haría un esfuerzo siempre y cuando yo aceptase de dar todas mis facilidades de papeles para casarnos. El pediría informes que enviaría a la guardia civil. Cuando me dijo eso yo le dije a mi mujer que teníamos que irnos corriendo, para eso ya me entregaba yo directamente a la guardia civil.

    Cogí el autocar y me marché, y ella se quedó, disimuló la cosa. Sus padres también me ayudaron, que fueron los que me dieron el dinero para el viaje, porque yo no tenía ni cinco. Entonces yo fui a Barcelona, dos semanas después llegó ella, entonces ya organizamos un rinconcito y empezamos a vivir, con mil peripecias para poder comer, porque hicimos de todo, hicimos de todo para comer un trozo de pan, y luego ya empezamos a coger contacto con ciertos compañeros, que a su vez habían cogido contacto con otros, y así se fueron formando los primeros sindicatos. La cosa empezó ya a tomar vida. En el año 41 teníamos ya contactos, algunos habían sido detenidos, y empezamos a organizar el sindicato fabril y textil; y unos meses más tarde, llegando ya a finales del 42, ya teníamos en la fábrica en que yo pude entrar a trabajar, un 30 o 40 por ciento de afiliación, y en el año 43 teníamos toda la fábrica, y a últimos del 43, no solamente toda la fábrica, sino al patrón, al que hacíamos pagar 1000 pesetas cada mes. Nosotros ganábamos 95 pesetas a la semana. Y él cada mes venía con el sobrecito por debajo de la mesa para dármelo. Eso era la CNT en el año 43.

    Entonces, como el franquismo, su política necesitaba un poco de prestigio, de falsa libertad y de falsa democracia y quería ir arreglando las cosas con los demás países europeos, por intereses económicos, hacían la vista gorda en muchas cosas. Por ejemplo, cuando detenían un cenetista, lo tenían un mes, dos, y lo dejaban en libertad provisional, y ya no te fusilaban. Ya no tenías miedo a la muerte, solo era cuestión de ir a la cárcel unos meses y la cosa se había aflojado mucho. La CNT empezó entonces a tener una personalidad, hasta el 44. Y en el año 45 llegó lo que podríamos decir la ruina de la CNT, el principio de su fin. ¿Por qué? Por la simple razón de que nosotros, que en aquel momento nos llamaban reformistas, porque considerábamos que, no teniendo una fuerza, una potencia, no podíamos enfrentarnos al franquismo. Que teníamos que seguir conquistando afiliación y manteniendo nuestra personalidad sindical, siendo “buenos muchachos”. Y cuando la jefatura de policía mandaba al patrón que se presentara un miembro de la CNT, ya hablaban de la CNT, la querían tolerar.

    Entonces yo me presenté con una delegación en la casa Cambó [actual sede de Fomento del Trabajo Nacional, en la Vía Layetana de Barcelona], que era donde se encontraba en aquel momento la sección del fabril y textil de la CNS, la sindical franquista. Él me propuso que, a cambio de que se tolerase la CNT y la policía hiciese la vista gorda, nosotros no colaboráramos con los de Toulouse, con la CNT exiliada. Aceptando también una progresiva legalización como organización sindical. De momento se permitiría que las cosas siguiesen igual, sin violencia, respetando el Estado. En aquel momento solo existíamos nosotros en la clandestinidad. Ni la UGT ni CCOO tenían nada. Hasta el año 44, en que ya comenzó a aparecer la UGT y muy posteriormente CCOO. Pero cuidado, CCOO nació gracias a nuestros errores, infiltrándose en el sindicato vertical. Pero entonces llegó que, cuando Giral, que era el presidente de la República en el exilio, en México, nos manda un comunicado, a la CNT clandestina, y otro a la CNT exiliada, pidiéndonos dos ministros de cada una. Nosotros mandamos dos ministros a la CNT exiliada, ellos eligieron dos más, y los cuatro fueron enviados a México. Y el gobierno republicano, quizás, dicen que no, pero yo creo que lo hizo para provocar la dimisión de la CNT, cogió uno de los ministros del exilio y otro de la clandestinidad y los dejó fuera, diciendo que con dos en total había suficientes. Entonces el Comité Nacional de Toulouse manda una carta y desautoriza a la CNT clandestina para participar en el gobierno republicano y al mismo tiempo la censura de hacer nada en nombre de la república. Quizás fuese una represión superior a la de Franco, porque nos desautoriza totalmente de todo. De ahí viene el pleno que se hace en 1945, en que la CNT del exilio queda dividida. Porque una parte estaban a favor de los clandestinos y salió el manifiesto llamado “O con España o contra España”. Y ellos estaban a favor de España. Los grupos de esa CNT valiente, que se lo quería comer todo y que destruyó la CNT, porque de aquí vino lo que podríamos llamar la ruina de la CNT.

    Entonces empezaron a enviarnos grupos que venían a organizar las guerrillas revolucionarias contra Franco. Estos grupos hicieron disparates tremendos, con mucha valentía, porque yo los he tenido en casa, eran jóvenes muy valientes, pero equivocados. También son valientes los que ahora envían los árabes en Israel cargados de bombas, pero son víctimas de esa religión. Pues aquellos que vinieron eran víctimas de una ignorancia tremenda. Ellos llegaban aquí para combatir a Franco, pero necesitaban dinero, y para eso fue necesario ir al atraco. Y los ojos que tenían cerrados se les abrieron de golpe, porque ahí empezó el cataclismo de la CNT, se empezaron a llenar las cárceles, y fue desapareciendo la organización. El error más grande fue... En aquel momento yo era secretario general del fabril y textil, y acepté ayudarles, ya que me trataban de cobarde, de estar con el beneplácito de la policía, etc. Ellos me pidieron el nombre de los patrones que podrían darles dinero. Yo lo planteo a mis compañeros, los pocos que quedábamos ya, y decidieron que en nombre de la CNT no. Me pidieron que lo hiciera en mi nombre, y yo al final les di la lista de patronos. Cada patrón de esos les dio cuarenta mil pesetas. Una fortuna, podías comprar un inmueble de cinco pisos. Ahí empezó el desastre, porque estos grupos, con este dinero, no hicieron guerrillas, cada uno fue por su lado y verdaderamente fue un desastre. Y en ese desastre cayeron un montón de ellos, y los que no cayeron a la cárcel, cayeron en la calle a tiro limpio.

    Yo fui procesado con ellos en el Juzgado Militar nº3 de Barcelona. Los que pudimos escapar de la cárcel (yo escapé gracias a una libertad provisional que mi compañera pudo conquistar) pudimos escapar para Francia, y así la CNT a partir del 45 comenzó a desaparecer. El lugar nuestro empezaron a ocuparlo los comunistas, haciendo la política que hacíamos nosotros, lo que podíamos llamar reformismo: buenos muchachos, sindicalismo, y nada de guerrillas revolucionarias. Fueron cogiendo nuestra militancia y creciendo. A partir de ahí salió CCOO. Luego ya llegaron los de UGT, cuatro o cinco años después que CCOO, y nosotros tuvimos que desaparecer perseguidos, por esa actuación sin control, que no respondía a nada. Que destruyó la organización clandestina. En el año 48 fue cuando yo escapé a Francia, y hacia el 50 ya no éramos nada, y CCOO fue desarrollándose haciendo lo que nosotros queríamos hacer y que el exilio no nos permitió por acusarnos de reformismo, politicismo, etc. Los otros aceptaron esas acusaciones, fueron trabajando como las hormigas y cuando llegó el final, ellos tenían una organización estructuralmente bien organizada y nosotros no teníamos absolutamente nada. Todo tenía que venir del exilio.

    Y luego llegó el segundo error, el exilio ese, que había acusado a la clandestinidad de colaboracionista, viene a España con el mismo discurso revolucionario, que en aquel momento era una verdadera estupidez porque nos encontramos ante una España aburguesada ¿Cómo esa España podía hacer la misma revolución que en el 36? Esa falta de capacidad fue lo que llevó a la ruina a la CNT en la legalidad. El fracaso de la CNT fue ese, no comprender que hay que adaptarse a las nuevas circunstancias que se están viviendo. Yo he luchado una barbaridad, he escrito mucho sobre esto, he escrito en Tierra y Libertad de México, he escrito en la Soli, hasta en novela quise explicar que verdaderamente las revoluciones no se repiten. La Revolución Francesa hoy en día no sería la misma, la rusa tampoco, y la española no puede ser la misma. La novela la quise escribir antes de que se celebrase el 5º Congreso en Madrid, para que se pudiera leer en éste. Decía que se tenía que empezar otra revolución, que hay que empezar a vivir de otra manera el movimiento sindicalista, que no se puede hacer lo mismo que en el 36, que la vida continúa, que hay que comprender la revolución de otra manera, que hay que comprender las exigencias de la vida de otra manera, que no son las mismas que en el 36. El libro en cuestión se vendió en ese congreso, que yo he dado en llamar la última puntilla a la CNT. A partir de ese congreso desapareció la CNT, apareció la CGT, y de ahí hemos llegado hasta donde estamos.

    [La vida en el frente] era muy monótona, como en todos los frentes, ya te he dicho una partida, había los frentes, había las colectividades, las necesidades de luchar y las necesidades de organizar la retaguardia. Nosotros por un lado, los comunistas por otro, unas contradicciones tremendas.

    [Remordimientos a la hora de matar]. No, ya te he dicho que a mis 87 años estoy orgullosísimo de las ideas que he defendido.

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